miércoles, 15 de julio de 2009

MENOS MAL QUE NO ME INVITARON

No cabe la menor duda que el mundo en torno al rock and roll es intenso, fuerte e ingrato. Se requiere de una gran fortaleza interna para resistir sus embates cuando uno está inmerso en él, bien sea como músico, empresario, manager, rodie, o cualquiera de los roles o facetas que él puede ofrecer.

De todas esas posibilidades está claro que se requiere de mucho valor enfrentarse a un público enardecido como presentador en un concierto y que al momento de hacer algunos anuncios y presentar a la banda estelar la gente no te quiera en tarima y te grita para que te bajes. Eso le ha pasado a muchos seguro que a Plácido Garrido o al mismo Alfredo Escalante y a muchos otros le pasó, pero el acontecimiento que yo si vi fue con Gian Visconti.

Ocurrió en la concha acústica de Bello Monte y creo que era una presentación de, Farenhait, Hydra, y Témpano probablemente, el anfiteatro albergaba cerca de 2000 personas.

Hubo un momento antes que se presentara la banda principal que el presentador, que era Gian Visconti tenía que hacer unos anuncios y algunos agradecimientos y como a Gian le gustaba hablar tanto probablemente se extendió más de la cuenta.

Recuerdo que agradeció a mucha gente y comenzó a llamar a otros que estaban cerca del área de tarima: llamó a Arturo Camero y lo hizo subir, también hizo lo mismo con otros locutores de la estación que allí estaban como Oscar Capote, Marisela Bonilla y Leo Rodríguez, si mi memoria no falla.

Súbitamente me entró un calambre en el estómago porque imaginé que Gian mi iba a llamar también a mi, pero no lo hizo, supongo que no me observó cerca y además supongo que como tenía poco tiempo en la radio no le pareció adecuado hacerlo.

Imagino que Gian no se dio cuenta del tiempo y habló, habló, habló y evidentemente el ansioso público quería que tocara la banda principal de la noche y comenzaron a gritar, y pitar, hasta que se comenzó a escuchar un rumor que venía de la parte trasera del público, era como un canto que comenzó a escucharse cada vez más fuerte. Al principio no se entendía lo que decían, pero rápidamente el rumor de canto fue nítido, el público coreaba sincronizada y organizadamente: mamaguevo, mamaguevo, mamaguevo, mamaguevo.

Nuevamente un corrientazo me recorrió el estómago con sólo pensar estar en los zapatos de Gian, porque era a él a quien iba dedicado el coro.

Lo que vio después me dejó atónito, Gian de pronto dijo: “no oigooooo”, y el coro aumentó; luego decía: “¿cómooooo?”, entonces la muchedumbre gritaba más fuerte aun, era ensordecedor: mamaguevo, mamaguevo, en ese punto Gian llegó al atrevimiento de dirigirlo con las manos.

En ese momento probablemente eran las 2000 personas coreándole a Gian lo que les estoy diciendo, hasta que de pronto les hizo la salida magistral, les dice: “…Ok muy bien que lo digan porque eso es lo que son ustedes, y ahora Témpano…” y se fue.

La gente no tuvo tiempo de nada, Gian les devolvió el gesto grosero a ellos y sin darles tiempo de reaccionar los dejó con la banda principal, además de haber hablado todo lo que quiso.

Siempre me he preguntado que hubiese pasado si Gian me hubiese invitado al escenario con mis colegas, qué hubiese dicho, porque todos dijeron algo, o qué hubiese sentido en ese momento de coros, entonces la conclusión siempre es la misma: “menos mal que no me invitaron a subir”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario