miércoles, 15 de julio de 2009

LA CASA DEL NUNCA JAMÁS

Marisela Bonilla, Eugenio Miranda y Matty Scholtz 1983


Recordar a Radiodifusora Venezuela para mi se convierte en un proceso que lleva muchos minutos, horas y hasta días, debido a lo significativo que mi paso por esa estación representó en mi vida en muchos aspectos, pero como la dinámica de la vida exige atención al presente tan exigente, uno deja por mucho tiempo el espíritu de esos recuerdos permanecer inalterables en ese espacio que el psiquis utiliza para guardar los momentos más especiales.

El primer recuerdo que tengo de esa estación viene de forma inmediata y tiene que ver con mi primera entrada a ese recinto, totalmente familiar, llegué sin ninguna clase de prejuicios, tal vez por la ansiedad de comenzar a perifonear prontamente sin importar el estilo de la estación, lo importante para mi en 1983 era iniciar mi carrera radial como locutor. No puedo decir que yo era un roquero empedernido, ni que entré a la estación a impulsar el rock nacional y esas cosas, no señor, que va, entré de casualidad porque un amigo mío, Javier Díaz (QEPD) que era un veterano de la radio llamó a Gerardo Marquina a ver si le hacía falta locutores. Yo quería hacer muchas cosas en el oficio de la locución, grabar cuñas, leer noticias, hacer programas de toda clase, ser Disc Jockey, etc, pero locutor de Rock, mmm no lo había pensado, para 1983 con 17 años solo tenía en mi lista de predilectos a Peter Framptom, Queen, The Police, Bob Marley, Iron Maiden y no muchos más.

No obstante el destino es el destino y luego de unas dos o tres llamadas que hice, quien me cita es Matty Scholtz porque Gerardo Marquina ya se había ido. En la primera sentada Matty y yo tuvimos link y me da una guardia los sábados, y el acontecimiento más significativo de esa primera cita de trabajo fue su incomodidad con mi apellido real: “Escalante”, entonces me pregunta que si no he pensado en otro apellido y sin mucha resistencia acepté pensar en cambiarlo por Miranda, que era el de mi abuelo materno, así que desde ese entonces fui Eugenio Miranda, y no Eugenio Escalante, porque en ese momento Alfredo Escalante era enemigo de la estación, y ellos no querían un locutor con el mismo apellido de su contrincante, y yo realmente detestaba que me preguntaran: tu eres primo de…, eres hijo de… eres familia de…, y no por Alfredo, quien se merece todo mi respeto, sino por la comparación con otros apellidos famosos, porque yo era medio rebelde e independiente.

De esa forma un 5 de julio de 1983 me enfrento por primera vez a una cartelera de rock en una estación de radio, y aunque tenía pauta musical me llevó unos 2 meses comenzar a diferenciar un grupo de otro. A mi me daba lo mismo quién tocaba la guitarra, o qué grupo sonaba, en lo que pensaba era en practicar lo más que pudiera para marcharme pronto a otra estación más comercial. Sin embargo ponía atención a todo para no hacer las cosas mal. Oía la radio en casa para ajustarme al estilo, no me era fácil adaptarme porque era diferente a lo poco que yo había antes escuchado, y recuerdo que algo extraño me había comenzado a ocurrir. Era una sensación de novedad, de despertar, de familiaridad.

Seguí haciendo mi trabajo lo mejor que podía conforme me iban dando mejores horarios y más guardias, de esa forma en tres meses ya identificaba todos los grupos, en cuatro meses conocía toda la programación e investigaba fervientemente sobre las bandas, en 5 meses todo ese rollo ya estaba en mi sangre y luego nunca más salió de ella. Esos 6 primeros meses de mi año en RDV 790 marcó para el resto de mi vida todos los pasos que dí en la radio, influyó en mis decisiones profesionales sobre qué programas hacer, sobre qué trabajos aceptar y sobre qué haría en mi vida. RDV 790 es la casa de la que nunca más pude salir, de la que nunca quise salir y en la que siempre estaré.

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